La CIA desclasificará el lunes 25, cientos de documentos secretos sobres sus actividades entre los años 1953 y 1973

He visto en las noticias de Antena 3, que luego he ampliado a través de diversas fuentes escritas (ElPais.com, ElMundo.es) que la Agencia Central de Inteligencia de EEUU desclasificará este lunes 693 páginas de documentos que cubren desde comienzos de la década de 1950 a mediados de la de 1970.

Por lo visto, el anuncio lo hizo por primera vez el director de la CIA, Michael Hayden, el jueves en un discurso ante historiadores de polí­tica exterior en el que dijo que forman parte de una colección de «joyas de la familia» y que ‘la mayorí­a es poco halagueño, pero es la historia de la CIA.

Al dí­a siguiente, lo hizo público el diario The Washington Post bajo el titular: «Documents Offer Unflattering View of CIA» (22-06-07).

Entre los años 1953 a 1973: murió Stalin en la antigua URSS, fue asesinado el presidente Kennedy, EE UU intentó frenar la extensión del comunismo en América Latina, el mundo entero se vio conmocionado por más de una década de guerra en Vietnam, las revueltas del 68 golpearon Parí­s, México D.F., Praga, Berlí­n y Nueva York, el escándalo del Watergate llevó al primer presidente dimisionario en Washington, la crisis de los misiles tuvo al mundo al borde de una guerra final… De toda esa época y de sus secretos, tiene fiel testimonio y documentación esta Agencia.

Por órdenes de la Casa Blanca, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) intentó asesinatos (como el del presidente cubano Fidel, el revolucionario congoleño Patrice Lumumba y el ex dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo), hizo secuestros (como el de un desertor ruso), experimentos de drogas con seres humanos, espionajes domésticos, infiltraciones en grupos de izquierda, vigilancia a periodistas (como la intervención telefónica sobre actividades de los columnistas ‘Robert Allen’ y ‘Paul Scott’ o la vigilancia clandestina del reconocido periodista Jack Anderson), experimentos para cambiar la actitud de ciudadanos «inconscientes» modificación de la conducta (en estadounidenses ‘no voluntarios’) o la de realizar ‘cateos’ no autorizados de ex integrantes de la Agencia (como el de Ví­ctor Marchetti que se convirtieron en crí­ticos con la propia CIA) entre otros, además de violaciones de correos entre Estados Unidos y la Unión Soviética URSS (desde 1953 hasta 1973) y entre la Casa Blanca y China (de 1969 a 1972) en una época en la que los dos paí­ses comunistas se alejaban el uno del otro.
Aunque mucho de lo documentado aquí­ ya era conocido mediante investigaciones del Congreso y otros al estallar el escándalo, no se ha visto casi nada de los documentos oficiales que serán revelados próximamente.

Por su parte, los Archivos de Seguridad Nacional (NSA, grupo de estudio dependiente de la Universidad George Washington que se dedica a la investigación de documentos clasificados como secretos), sostiene que el material muestra que «la agencia violó su propia carta constitutiva durante 25 años».

Profundizando
El entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, dijo que un artí­culo del periodista Seymur Hersh del New York Times sobre las infiltraciones de la CIA en grupos opuestos a la guerra de Vietnam, publicado en diciembre de 1974, era apenas ‘la punta del iceberg’.

Kissinger advirtió en ese tiempo que ‘correrí­a sangre’ si otras operaciones se divulgaban, revelando por ejemplo que Robert Kennedy, quien fue Procurador General de Justicia entre 1961 y 1964, manejó personalmente la operación para asesinar a Fidel Castro.

Además de la infiltración en grupos opuestos a la guerra y la compilación de fichas sobre unos 10.000 ciudadanos estadounidenses, Colby también explicó a Ford que «hemos ejecutado operaciones para asesinar a dirigentes extranjeros». «Nunca tuvimos éxito», comentó.

Según el documento, Colby mencionó nuevamente a Castro, a Trujillo -quien fue asesinado en 1961- y al general René Schneider, jefe del Ejército de Chile asesinado en octubre de 1970.

En otro documento, también de enero de 1975, el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, en una conversación en la Casa Blanca con Ford, se declara muy nervioso por las revelaciones en la prensa sobre el espionaje de la CIA dentro de Estados Unidos. «Si todas las historias salen a la luz, correrá sangre», dijo Kissinger a Ford.

«Por ejemplo (el secretario de Justicia en 1961) Robert Kennedy manejó personalmente la operación del asesinato de Castro», agregó.

Y en una aparente referencia al golpe militar de 1973 que derrocó en Chile el Gobierno constitucional de Salvador Allende e instauró la dictadura de Augusto Pinochet, Kissinger añade que «la cosa chilena (…), eso no está en informe alguno».

Según el diario, la mayorí­a de los documentos que serán difundidos la próxima semana fue ya revela con detalle durante una investigación congresional que resultó en reformas internas y una mayor supervisión sobre la CIA.

Los documentos son informes producidos en 1973 por orden del entonces director de la CIA, James R. Schlesinger, alarmado por el descubrimiento del involucramiento de la entidad en el escándalo Watergate, que resultó en la renuncia del presidente Richard M. Nixon.

Enlistan también operaciones que, además de la infiltración de grupos opuestos a la guerra, incluyeron la interceptación de correo entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética y China, en la que destacaron cuatro misivas a la actriz Jane Fonda.

De igual modo revelan un programa en 1969 dirigido contra ‘grupos radicales negros’ y el espionaje a varios periodistas, entre ellos Michael Getler, un reportero de The Washington Post asignado a la cobertura de temas de seguridad.

Gletler y el columnista Jack Anderson fueron dos de los cinco estadunidenses que fueron objeto de actividades de espionaje a cargo de la CIA.

Entre otros ‘esqueletos’ incluidos en los informes a ser revelados figura la retención durante dos semanas de un desertor soviético, que Colby especuló pudo haber sido una ‘violación de las leyes sobre secuestro’.

Figuran también pruebas de drogas en ciudadanos estadunidenses financiadas por la CIA para determinar su reacción.

El trabajo fue producido en 1973, en pleno apogeo del caso Watergate que acabarí­a con la presidencia de Richard Nixon. Asustado por las noticias que vinculaban a la CIA con el escándalo, el entonces director, James Schlesinger, ordenó que se reportaran todas las operaciones que se hubieran apartado del reglamento desde la creación de la agencia en 1947.

William Colby, que al poco tiempo reemplazó a Schlesinger, comenzó a acumular memos con detalles de la participación de sus agentes en intentos de asesinato a mandatarios extranjeros como el cubano Fidel Castro o el congoleño Patrice Lumumba. También documentó «una conexión débil» con quienes ultimaron al dictador dominicano Rafael Trujillo, en mayo de 1961.

Otros papeles revelan que, entre 1953 y 1973, agentes apostados en el aeropuerto de Nueva York revisaron la correspondencia que iba y vení­a de la Unión Soviética. Y que durante 3 años ocurrió lo mismo en San Francisco con las cartas con remitente o destinatario en China. Entre las cartas identificadas se encontraban, por ejemplo, cuatro de la actriz Jane Fonda, que se oponí­a a la guerra de Vietnam.

En plena Guerra Frí­a, no extrañan los informes sobre el confinamiento clandestino de desertores rusos o los allanamientos sorpresivos en las casas de sospechosos de colaborar con regí­menes comunistas. Más sorprendente resulta el blanqueo de los nombres de destacados periodistas cuyos teléfonos fueron pinchados y sus actividades fueron monitoreadas durante años.

Colby querí­a utilizar esta documentación sobre los «cadáveres en el ropero» de la CIA para avanzar en una investigación profunda que renovara la Agencia. Pero el entonces poderoso Henry Kissinger sugirió al presidente Gerald Ford enterrar todo y quitar a Colby del medio. Poco después, George Bush padre fue nombrado al frente de la agencia.

El NSA, que ha obtenido algunos de esos documentos después de años de gestiones, indicó que entre las actividades acerca de las cuales Colby consultó con los asesores legales de la CIA a fines de 1974 figuraba «el confinamiento de un desertor ruso que puede considerarse una violación de las leyes sobre secuestros».

En una reunión en enero de 1975, Colby informó al entonces presidente Gerald Ford de que «tenemos una institución de 25 años de edad que ha hecho algunas cosas que no deberí­a haber hecho», según un memorando divulgado por la NSA en su sitio de internet.

La apertura al público de esta gema reclamada por años por los historiadores servirá «para tener un vistazo de tiempos muy distintos y de una agencia muy distinta», anunció el director de la CIA, Michel Hayden.

«Lo que se pretende es contar a los americanos lo que hemos hecho en su nombre», ha explicado el actual director de la CIA, Michael Hayden.

Los documentos estarán disponibles en la web del Archivo de Seguridad Nacional. (Ver también Digital National Security Archive Collections)

Fuentes para ampliar la noticia:

The Washington Post: «CIA Airs Decades Worth of Spy Documents» (23-06-07)
DiarioColatino.com
Diario.com.mx
Radio.uchile.cl
Clarin.com

El director de la CIA señaló que los documentos a ser desclasificados en la página electrónica de la entidad ‘ofrecen un vistazo de tiempos muy diferentes y de una agencia muy distinta’.

Desde aquí­ decimos que «No tan distinta…»

La última conspiración
Los servicios secretos estadounidenses desplegaron en Europa una red de cárceles secretas para interrogar a sospechosos de terrorismo con la complicidad de la OTAN entre 2002 y 2005. í‰sta es una de las conclusiones del informe elaborado por el senador suizo Dick Marty, a quien el Consejo de Europa ha encargado que investigue las actividades de la CIA.

Según Marty, un acuerdo secreto alcanzado entre EE UU y los paí­ses de la Alianza Atlántica en octubre de 2001 allanó el camino a los servicios secretos estadounidenses para llevar a cabo vuelos clandestinos, detenciones ilegales y torturas. La investigación confirma que Polonia y Rumania albergaron cárceles con el consentimiento y ayuda de sus dirigentes. Varsovia, Bucarest y la OTAN lo niegan todo.

Encapuchados, mal alimentados, torturados por una música estruendosa, con un calor sofocante y sin asistencia legal de ningún tipo, cientos de sospechosos de terrorismo estuvieron detenidos en cárceles secretas dirigidas por la CIA en Europa, según el informe, basado en testimonios anónimos de una treintena de actuales y antiguos miembros de los servicios secretos de EE UU y Europa, y el análisis informático de cientos de vuelos. La actitud de Washington es «insultante», pero es peor la implicación de gobernantes europeos, afirmó ayer Marty, abogado especializado en derecho internacional, en una conferencia de prensa en Parí­s.

En un duro informe de 72 páginas, en el que se muestra claramente escandalizado y decepcionado por lo que ha encontrado tras meses de investigación, el senador asegura que existen evidencias claras de que las operaciones de la CIA tuvieron como marco las autorizaciones acordadas por la OTAN -algunas «públicas» y otras «secretas», dice- el 4 de octubre de 2001, pocos dí­as después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono en Washington, el 11 de septiembre de ese año, en los que murieron 3.000 personas.

Se refiere al acuerdo anunciado ese 4 de octubre por los aliados que, en respuesta al ataque de Al Qaeda, accedieron de forma unánime a poner a disposición de su principal socio, Estados Unidos, todos los puertos y aeropuertos (militares y civiles) del territorio de la OTAN. El Consejo de Europa, organismo encargado de velar por los derechos humanos en territorio europeo, intentó obtener una copia del acuerdo original sin éxito.

Marty explica que un funcionario de la Alianza le dijo en una ocasión que, más allá de la nota de prensa, no se habí­a hecho ningún documento oficial, porque habí­a sido simplemente «una decisión interna». Esta negativa, junto a múltiples entrevistas con fuentes de inteligencia estadounidenses y de otros paí­ses europeos, han llevado a afirmar a Marty que «existen componentes adicionales a la autorización de la OTAN del 4 de octubre de 2001 que han permanecido secretos». Se acordara lo que se acordara en aquella reunión, el investigador afirma que esas autorizaciones «fueron vitales para que Estados Unidos pudiera llevar a cabo sus operaciones en el contexto de la guerra del terror» desatada tras el 11-S. En particular, según el informe, este acuerdo poní­a al alcance de la CIA permisos para llevar a cabo vuelos secretos (sin justificar) y le daba acceso a aeropuertos para operaciones clandestinas. «Según mis investigaciones, confirmadas por múltiples fuentes gubernamentales y servicios secretos de varios paí­ses, (…) puedo afirmar que los medios para satisfacer las necesidades operacionales de la CIA se desarrollaron en el marco de la OTAN», concluye Marty.

La OTAN niega ese supuesto acuerdo secreto, informa France Presse. «Los vuelos fueron pactados entre los aliados, a tí­tulo individual, y EE UU», afirmó ayer la portavoz adjunta de la Alianza, Carmen Romero, que recordó que el acuerdo de 2001 fue ampliamente difundido por la prensa en su dí­a, y para nada fue secreto.

Un portavoz del Ministerio de Exteriores estadounidense -paí­s que ha reconocido la existencia del programa de detenciones secretas- dijo que espera que los europeos sigan cooperando en la lucha contra el terrorismo.

Pero el informe de Marty reconoce que los acuerdos clave para la CIA se produjeron a nivel bilateral. Y, aunque no ha tenido acceso a los documentos porque están clasificados, el senador no tiene dudas de que Polonia y Rumania albergaron prisiones fantasma. «Los centros de detención secretos en Europa estaban gestionados directamente y exclusivamente por la CIA», dice el senador suizo en su informe, que será debatido en el pleno del Consejo de Europa el 27 de junio.

El senador también sugiere la existencia de otras cárceles ilegales en territorio británico y Tailandia, y apunta que Alemania, Italia y Macedonia han obstaculizado investigaciones parlamentarias y judiciales. En un informe anterior, publicado en 2006, Marty acusó a la CIA de dirigir una red global de tela de araña de vuelos secretos.

Tanto Amnistí­a Internacional como Human Rights Watch aplaudieron ayer el informe. «Marty no ofrece pruebas concretas porque en este tipo de casos es casi imposible encontrarlas, pero ha conseguido que mucha gente hable», señalaba por teléfono Reed Brody, de Human Rights Watch.